Rematch: Cambio de familia de Eva en Irlanda

Hoy os traigo de primera mano una historia tan real como esperanzadora. Muchas de vosotras tenéis miedo al cambio de familia o no sabéis qué hacer si os encontráis con una situación así. La historia de Eva os hará ver que si hay un cambio de familia, siempre es a mejor y que nunca hay que perder las ganas de seguir cumpliendo tu sueño. Espero que os sirva de ayuda a todos 🙂

COSAS DEL DESTINO

Creo que todas las au pairs tenemos una cosa en común: el miedo a que tengamos un problema que nuestra host family y tengamos que cambiar. La historia que os voy a contar es precisamente sobre esto, porque a mí me paso. Pero no os quiero asustar, sino dar ánimos, ya que gracias a esto ahora estoy muy feliz con mi nueva familia.

Antes de empezar voy a presentarme. Me llamo Eva, soy de Barcelona y actualmente estoy trabajando de au pair en Irlanda, en un pequeño pueblo situado en el condado de Kildare. Me encanta viajar y trabajar con niños, ¿qué mejor que trabajar de au pair para hacer ambas cosas?

Llegué a Irlanda el pasado mes de abril con mucha ilusión de ir al país que me tenía enamorada por sus campos verdes interminables. El pueblo donde iba a vivir durante los siguientes meses estaba situado en la costa este de Irlanda.

 

Un pueblito verde en IrlandaMi rutina diaria era: llevar al niño (4 años) y a la niña al colegio (8 años), quedarme con el pequeño (1 año) en casa, ir a buscar a los niños, ayudarles con los deberes y llevarlos a las actividades extraescolares. La madre se quedaba en casa ya que trabajaba desde ahí y el padre regresaba para cenar.

Lo que parecía que iba a ir genial empezó a no ir también como esperaba. El pequeño no paraba de llorar cuando se quedaba a solas conmigo y la madre no soportaba ver al niño llorar y cuando lo escuchaba venía a cogerlo para que se calmara y me mandaba hacer algún trabajo de casa. Dejemos las cosas claras, una au pair tiene que ayudar en los trabajos de la casa, pero hay tareas que no las debe hacer y, obviamente, no tiene que hacer todas las tareas ella sola. Aquí cometí el error de hacer todo lo que me dijo sin comentarle nada. En tu primer día de trabajo no quieres quedar mal y no te quejas de nada.

El tercer día recibí un mensaje de Laura para preguntar cómo estaba. Yo le dije que bien, que me habían acogido muy bien, pero le conté que el niño lloraba mucho. Me dijo que tenía que hacer un Skype con Susana para hablar. Aquí yo ya me temí que estaba sucediendo algo.

Susana me contó que la madre había enviado un mensaje a su agencia diciendo que sentía que no estaba bien con los niños, que me no preocupaba por ellos porque no le preguntaba demasiadas cosas y que sentía que yo no estaba cómoda con ellos. Yo le conté lo que yo notaba qué estaba sucediendo y sobretodo lo del niño pequeño. Así que decidimos que yo hablaría con la madre.

Aproveché un momento en que el niño estaba llorando y la madre lo cogió para comentar lo que había hablado con Susana. Le dije que con la edad que tenía el niño era normal que llorará conmigo porque no me conocía y que teníamos que hacer que se acostumbrará a mí. Desde ese momento pareció que la madre me dejaba más con el niño a solas, así que, en ese sentido, la cosa iba mejorando, pero la relación con la madre seguía siendo un poco fría en las horas de trabajo. Muchas veces me decía que hiciera las tareas del hogar y ella se llevaba a los niños a las actividades extraescolares. Pero cuando terminaba el día, estaba muy bien con ella y con el padre, así que yo pensaba que la cosa iría a mejor. Las primeras semanas de trabajo siempre suelen ser duras.

Llegó el fin de semana. El sábado decidí ir a Dublín. Me estuve todo el día fuera conociendo la ciudad. El domingo me quedé en el pueblo. Ese día estuve mucho en casa porque llovía mucho y no me apetecía salir. Después de cenar, el padre estaba con los niños jugando en el jardín y decidí que me quería unir a ellos, pero la madre me paró… «Eva, he mandado un mail a la agencia para decir que queremos cambiar de au pair».

Me quedé paralizada. No sabía qué hacer, ni qué decir. «Why?» , es lo único que salió de mi boca en aquel momento. Me dijo que durante toda esa semana había tenido que coger mucho al pequeño para que no llorara y que ella no podía estar así los seis meses que me tenía que quedar y que por culpa de eso tenía dolor de espalda. También me dijo que no tenía experiencia con bebés (aunque ella lo sabía), que no ayudaba en casa y, por último, que no conectaba con su forma de ser. Si, sólo duré una semana.

Aquella misma noche hice mis maletas y por la mañana me fui a un hotel a Dublín. La madre me había dicho que me quedara, pero no la quería ver más. Justo ese día (llamadlo karma, destino… como queráis) resultó que la au pair que estaba con mi familia actual decidió que ya no se quería quedar más en Irlanda y que el siguiente viernes era su último día de trabajo.

Las agencias nos pusieron en contacto. Hablamos por teléfono la madre y yo, y hasta quedamos para tomar un café para conocernos. Le conté TODO lo que me había sucedido. Le caí muy bien y ella a mí. Quedamos en que iría a su casa el domingo siguiente y yo aproveché para hacer turismo por la ciudad y algún tour.

Eva de au pair en Irlanda

A sí que ahora estoy en una casa rodeada de campos verdes, caballos, ovejas… Con una familia estupenda, trabajando con dos niñas hermosas (y traviesas), aprendiendo mucho inglés, he hecho un grupo de amigas genial… ¿Tendría que dar las gracias a la otra familia por haber prescindido de mí?

Para terminar, sólo quiero decir una cosa: no tengáis miedo, lo que tenga que pasar pasará y todo tiene solución. Aunque en el momento no lo parezca, todo se va a arreglar para bien. ¡Ánimos y good luck!

Eva Coll